Socialismo argentino apuesta por control de precios: Economistas advierten escasez y creación de “mercado negro”
Una vez más, la Argentina vuelve a apostar por los congelamientos de precios. Es el destino circular de un país que sufre y no cura su problema de inflación, y apuesta por recetas que se repiten hace décadas sin grandes resultados: en el último siglo, la inflación promedio en la Argentina supera el 100% anual.
La fórmula de intentar represar los cauces naturales de la economía cuando vive un período inflacionario ya han sido aplicado sin ningún éxito en muchos países como Rusia, Nigeria, Turquía, India y obviamente, Venezuela, aunque a la izquierda le aterra que se nombre este ejemplo.
En Chile, es una de las medidas que la izquierda ha intentado buscar (es una de las propuesta de la alcaldesa Irací Hassler), pues ciertamente causa un efecto populista en la población que siente que “se está haciendo algo positivo”, pero los efectos negativos son de rápida acción. La manera de contrarrestar esta pésima iniciativa es culpar a los productores y empresarios.
La principal crítica al control de precios, de quienes si ven todo el panorama, es que al mantener los precios artificialmente bajos, la demanda se incrementa hasta un punto en el cual la oferta no puede satisfacerla, dando lugar a escasez de los productos cuyo precio se controla.
El premio Nobel Milton Friedman dijo "Nosotros los economistas no sabemos demasiado, pero lo que si sabemos es crear escasez. Si usted desea crear una escasez de tomates, por ejemplo, emita una ley por la que los negocios no puedan vender tomates a más de dos centavos por kilo. Instantáneamente tendrá escasez de tomates. Lo mismo sucede con la gasolina o el gas."5
Pero nadie escarmienta por cabeza ajena. A veces ni por experiencia propia.
La llegada de Roberto Feletti a la Secretaría de Comercio revivió esta propuesta. El modelo 2021 implica el congelamiento, hasta el 7 de enero de 2022, de alimentos, bebidas y productos de higiene y limpieza, con el monitoreo por parte del Gobierno de una canasta de alrededor de 1245 bienes, que según analistas tiene efecto de corto plazo, pero, al no resolver los temas estructurales detrás de la inflación, no sirven para frenar la tendencia en el tiempo.
“Hubo experiencias en la historia argentina, y puede servir para diferir la inflación. Puede contener algunos precios, pero es tapar los problemas, porque es simplemente transferir en el tiempo la inflación que tenés en unos meses, y la pagás cuando destapás esos precios y vuelven a su nivel correspondiente”, dice el economista Guido Lorenzo, director de la consultora LCG.
“Pensar que se pueden controlar todos los precios de la economía y que por lo tanto eso no se va a destapar en algún momento es un error, porque la inflación viene de un desbalance entre la cantidad de moneda, que es lo que te da el precio nominal, y la cantidad de bienes que se producen y circulan en la Argentina. Y la verdad es que los congelamientos a largo plazo no dan resultado, no dio resultado históricamente más que en algunas experiencias por períodos muy breves de tiempo y con la consecuencia de sufrir más inflación a futuro”, agrega.
Estas políticas efectistas con la que la izquierda pretende dar una sensación de que está manejando los problemas económicos seguramente tendrá, de nuevo, un alto costo. Luego de ejecutar el control de precios, vendrá primero la escasez de productos regulados. Como segundo efectos las colas de compradores ante la limitación de productos. El tercer efecto será la creación de “mercados negros”, donde los productos se conseguirán mucho más costosos. Es un círculo vicioso del que ningún país escapa.