Sebastián Piñera recién notó que existe la extrema izquierda en Chile

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Por: Valentina Tapia

Este lunes 30 de noviembre, Piñera fue el invitado de cierre del “XIII Foro Atlántico: Iberoamérica y el mundo, desafíos post pandemia”, de la Fundación Internacional para la Libertad. Este centro, presidido por el escritor Mario Vargas Llosa, tiene como objetivos defender y promover los principios de la democracia, libertad y el Estado de Derecho en nuestro continente. 

Es por eso que el Presidente adaptó su discurso a esta tónica, una muy distante de lo que está pasando en Chile, donde vivimos un desgobierno, ya que esa libertad y ese Estado de Derecho están a merced de lo que la izquierda radical, tanto sistémica como antisistémica disponga hacer.

Desde la insurrección de octubre del 2019, el “mandatario” de Chile ha pronunciado una seguidilla de desafortunadas declaraciones, muchas de las cuales muestran la verdadera cara de lo que está mal en nuestro país: la desidia de la clase política, especialmente de la centro-derecha sumisa y pusilánime.

Después de 14 meses, decidió agregar algunas declaraciones más a su lista y recién ayer afirmó que “surgió una izquierda muy radical, muy populista, muy poco respetuosa de las reglas de la democracia, de las reglas del Estado de Derecho que ha planteado cosas que, a mi juicio, serían muy negativas para Chile”. 

Esto puede llevar a pensar que Piñera “lo entendió todo y que es seco”, pero no, nada de eso, ya que el aún mandatario sólo piensa en lógicas de política formal, en las que la izquierda solo está en el Congreso, e ignora que quienes han estado gobernando hace décadas lo hacen desde la calle. 

Podemos ver el problema de la radicalización de la izquierda desde una perspectiva de preocupación y desde otra de ocupación: al parecer, a Piñera le preocupa esta radicalización y la violencia con la que, a fin de cuentas, es conducido el curso de nuestro país. 

Sin embargo, el gobierno no se ocupa de contrarrestar esa fuerza y menos de gobernar, sino todo lo contrario: ha venido sistemáticamente obedeciendo a los verdaderos conductores de nuestro país: los insurrectos. 

Al parecer, Piñera en todo este tiempo no ha aprendido nada, y sigue optimista respecto de hacer un Chile inclusivo y que nos comprenda a todos, sin dejar a nadie atrás, como lo mencionó ayer en el Foro. Chilenos, ¿cómo se puede avanzar para levantar a Chile? ¿Condenando la violencia? ¿Llamando al diálogo? De hecho, anoche en el programa “A esta hora se improvisa” de Canal 13, Piñera declaró que efectivamente tuvo la oportunidad de haber evitado el prolongamiento del estallido violento y delictivo, expresando que existían dos caminos: “el camino del Estado de Emergencia y sacar los militares a la calle”, o el acuerdo que finalmente llevó a cabo con el mundo político. “Yo me la jugué por la democracia y por la paz”, sostuvo el gobernante. Ahora ya sabemos cómo terminó esta decisión, que fue el puntapié inicial de su absoluto y prolongado desgobierno. 

En menos de 4 horas, Piñera ayer se supeditó a un foro utópico y a un panel sobrevalorado,  a dar explicaciones, muchas veces contradictorias, de todos los problemas que han sucedido en un período tan corto de tiempo, por su incapacidad de leer la realidad y de poder gobernar un país que iba bien encaminado. La violencia, como un ente, no fue quien destruyó nuestro transporte, nuestras iglesias, monumentos y trabajos, como dijo ayer Piñera; la violencia la ejercen grupos extremistas, con los que no hay que ser empáticos, porque ellos decidieron NO ese día 18 de octubre, sino desde hace 30 años, dejar de ser chilenos.

Desastroso