Revelan documentos sobre intenciones de la guerrilla colombiana en Chile
El domingo 20 de octubre de 2019 el Presidente Sebastián Piñera pronunció unas lapidarias palabras que para el momento no eran fáciles de contextualizar con precisión: "estamos en guerra contra un enemigo poderoso, dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite", expresó en transmisión televisiva nacional.
Algunos pensaron que se refería a sectores de oposición chilenos, a adversarios locales de la izquierda. No estaba lejos el controvertido mandatario. Pero la madeja aún no se había deshilvanado. El ovillo era más complejo.
No habían transcurrido 24 horas del inicio del descontento que comenzó con las evasiones masivas en el Metro y ya había comenzado la escalada de violencia extremista que arrojó la quema de 80 estaciones del metro de Santiago, saqueos a supermercados, farmacias y fábricas de la ciudad. En horas la destrucción se había expandido a regiones.
Pero la crisis empeoró los días posteriores con estatuas derribadas y quema de iglesias y derribo de estatuas lo que llevó al toque de queda en Santiago. Eso tampoco extinguió la ola de violencia.
Y todo indicaba una reacción espontánea de jóvenes descontentos por el aumento de 300 pesos en el pasaje, que no les afectaba a la masa estudiantil, lo cual no fue impedimento para que aún así fueran los primeros en manifestarse. No desaprovecharon tampoco los sectores comunistas chilenos en tratar de identificarse con las consignas sociales. "Evadir, no pagar / otra forma de luchar", coreaban los violentistas.
Y así entre acusaciones contra el Gobierno, juicios mediáticos, y miles de horas de matinales televisivos defendiendo la teoría del descontento popular, surge la idea de una nueva Constitución. El 25 de octubre, Chile decidió en las urnas, por mayoría democrática, que el país necesita un nuevo marco jurídico nacional, que será redactado por una Convención Constituyente.
Pero el pasado 31 de enero la revista colombiana Semana reveló los archivos del tercer jefe del frente de Guerra Occidental del Ejército de Liberación Nacional (ELN), Andrés Felipe Vanegas Londoño, alias Uriel, quien fue abatido el 25 de octubre durante la operación Odín en la zona selvática en ese país.
En el lugar se encontraron siete computadores portátiles, 11 discos duros, 24 memorias USB, tres tabletas, 23 teléfonos celulares y cámaras fotográfica que fueron recuperadas por las autoridades colombianas.
“La divulgación de las comunicaciones de alias Uriel pone al descubierto los alcances criminales del ELN en América Latina y Europa, sus planes para convencer a jóvenes de sus causas, sus contactos de alto nivel, sus intereses políticos, sus millonarios negocios y sus planes delincuenciales ejecutados milimétricamente”, recalcaron en la Semana.
Las protestas de Chile
En el reportaje queda al descubierto el interés especial que el depuesto lider guerrillero tenía en seguir de cerca la protesta social en Chile, y se supo que mantenía comunicación permanente con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile, el cual dirige Miguel Enríquez, y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Según el informe Uriel comentaba en sus conversaciones: “Es muy probable que la salida sea un nuevo pacto interburgués con la clase media, representada por los partidos de centro y del progresismo, además el PC como halador de bolas, que podría llegar incluso hasta la renuncia de Piñera si la rebelión nacional se extiende varios días más”, detallaba el guerrillero Uriel, quien se refirió además al movimiento chileno como un movimiento continental.
“Estamos justamente en una coyuntura histórica de nuestros pueblos continentales que se movilizan y se empoderan como sujetos sociales, y también histórica para el cambio que se avecina a gran velocidad. Que la Pachamama ilumine la marcha de nuestros pueblos”, dice Uriel.
Según la revista el Gobierno colombiano alertó en su momento al presidente Sebastián Piñera de la existencia del denominado plan Hermes del ELN, por medio del cual buscan expandirse en el continente, tratando de infiltrar los colectivos pacíficos de agitación social. El contacto entre la Casa de Nariño y el Palacio de la Moneda se dio en los días más convulsionados de las protestas que tuvieron lugar en Chile durante casi un año.
La intención del ELN era clara: infiltrarse en los colectivos pacíficos y movimientos sociales de agitación social, es decir, intentar generar violencia como método de conseguir objetivos, como por ejemplo derrocar gobiernos, como en el caso de Chile, donde buscaban derribar al presidente Sebastián Piñera, algo que no sucedió pero que sus aliados chilenos buscan incesantemente.
A confesión de partes...
Varios representantes de izquierda estuvieron en esos meses en Venezuela hablando en la televisión de ese país que las protestas de Chile nunca fueron espontáneas. E incluso, dirigentes del Frente Amplio, coalición política de extrema izquierda, estuvieron el día 18 y 20 de octubre participando del Primer Congreso Internacional de Comunas realizado en Venezuela, hablando de derrocar la “democracia burguesa” chilena usando el misil de Chávez.
Y si es que acaso los archivos del guerrillero no son suficientes, la confesión de la actriz y activista chilena Florencia Lagos Neumann, complementa la tesis:
"Nunca fue una manifestación espontánea" dijo el 3 de diciembre de 2019 la ex Agregada Cultural de Chile en Cuba, durante el Congreso Internacional de la Comunicación ‘Ahora hablan los pueblos’ organizado por Venezuela. Además reveló en su intervención que existen más de 100 movimientos sociales organizados que desataron las protestas desde octubre de ese año.
Recordemos además las palabras de Nicolás Maduro en esas fechas, hablando de que en “en Chile ha arrancado un proceso constituyente, quiéranlo o no” y “Si Chile despierta, despierta toda América Latina”.
Y por supuesto, la infame frase de Diosdado Cabello hablando de “brisas bolivarianas” debido a la ola de protestas sucedidas en octubre del 2019 no solo en Chile, sino que también en Ecuador. Estas frases dejaron un manto de duda en la espontaneidad del 18-O.
Recordemos que para el 19 de noviembre de ese año Chile expulsó a 30 cubanos y 9 venezolanos por su papel en las protestas. De acuerdo con el gobierno, estas personas,entre las que también se encontraban también dominicanos, haitianos, colombianos y bolivianos, estaban en el país de forma ilegal pero participaban activamente y fueron capturados in fraganti causando destrozos.
Lo cierto, es que con la información dada a conocer por la revista Semana de Colombia, es que esa frase tendría razón y demuestra que nunca hubo espontaneidad en el 18-O.
Que la violencia que ha continuado, aunque parece extinguirse día a día fue producto de un concierto internacional. Que hubo infiltrados. Que hubo la construcción de un discurso basado en la violencia y destrucción, con el fin de provocar la ruptura constitucional o en todo caso la renuncia del Presidente Piñera.
Pero el cansancio de la sociedad contra la destrucción de más de 7 mil PYMES, los despidos masivos por la destrucción del tejido productivo de Chile, aunados a la pandemia, frustraron los planes comunistas de instaurar un clima de terror. Fue una intentona fallida que no tuvo suficiente fuerza para lograr su objetivo pero sí para frenar el desarrollo del país. Fue todo lo que lograron. Parafraseando al expresidente de Metro, Clemente Pérez, esto no prendió... y si prendió, ya se apagó.