Piñera busca liderar el cambio ilegítimo de la Constitución
El presidente de la República, Sebastián Piñera, ha vuelto a subirse al carro de la izquierda intentando liderar él mismo un cambio constitucional ilegítimo que fue impuesto por la ultraizquierda por medio de la violencia terrorista.
El pasado domingo el mandatario dio un decálogo de medidas que serían las que él modificaría de nuestra carta fundamental, esto tras haber dicho hace un par de semanas que todos los chilenos quieren cambiar la Constitución, ignorando y silenciando a los millones de patriotas que marcarán con firmeza la opción RECHAZO en el plebiscito del 25 de octubre.
La posición constitucional de Piñera es completamente contradictoria y refleja perfectamente la inclusión de ideas socialistas y progresistas en el liberalismo centrista del presidente y de partidos como Evópoli, que han renunciado completamente a ser de derecha.
Como se ve en estos 10 puntos, las cosas más razonables y positivas del decálogo de Piñera YA ESTÁN en la actual Constitución, por ejemplo la familia como núcleo de la sociedad, los derechos civiles y políticos, lo referente al orden público y la separación de poderes del Estado; todos estos puntos ya son parte de nuestra Constitución y son parte de la doctrina liberal clásica con la que los constituyentes la instauraron en 1980 y que fue ratificado por la izquierda socialdemócrata de Ricardo Lagos; sin embargo, es preciso recordar que ninguno de estos puntos es respetado en la práctica por la izquierda, de hecho ya salieron representantes del socialismo nacional a cuestionar que estos puntos se mantenían iguales a la Constitución actual, evidentemente eso les molesta pues seguirán intentando abolirlos.
Siguiendo con el decálogo de Piñera hay puntos que suenan razonables pero habrá que ver como pueden ser llevados a la práctica sin transformarse en nidos de burocracia que solamente enturbien las buenas intenciones originales, nos referimos principalmente a lo referido a protección del medioambiente y descentralización.
Sin embargo, lo más grave y complicado, que demuestra la izquierdización radical del discurso, al punto de que son COMPLETAMENTE CONTRADICTORIAS con las medidas más razonables son: de partida el punto referente al rol del Estado es completamente ambiguo y muy similar a la argumentación con la que el socialismo hispanoamericano ha arruinado a la mayoría de los países, nos referimos a la idea de “Estado solidario”. La solidaridad es un principio de altruismo que se da entre ciudadanos, el Estado no puede hacer solidaridad por terceros, porque eso por definición es redistribución arbitraria de la riqueza.
Un segundo punto completamente contradictorio con los principios que Piñera supuestamente defiende es incorporar “derechos económicos, sociales y culturales”, todos estos son conceptos extraídos de manuales del socialismo más descarado y trasnochado que puede haber. El Estado no puede asegurar derechos si no es usando el trabajo de otros, nos referimos evidentemente a las pensiones, la educación y la salud, lo cual requeriría para financiarse inflación de precios y una vida aún más cara que la que ya hay. Los servicios bajarían enormemente su calidad y serían otorgados de acuerdo a la ideología del gobierno de turno.
Finalmente, y de acuerdo con la agenda deconstruccionista impulsada por la revolución molecular, Piñera incorpora elementos que están destinados a desvirtuar la sociedad de acuerdo a los eslóganes vacíos y totalitarios de “inclusividad y diversidad”, que no son más que una imposición de grupos privilegiados de la sociedad que acceden a beneficios por cuotas y que devuelven a la sociedad a un estado de desintegración entre sexos y etnias, y que contempla lo que llama la “participación ciudadana temprana”, haciendo eco de las demandas de la izquierda de empezar a incorporar a los menores de edad a las decisiones del país. Mediante el feminismo, el indigenismo y otros vectores usados para la demolición del capitalismo, Piñera se abre al verdadero caballo de Troya por el cual la izquierda busca derribar el sistema completo y da rienda suelta para que todas sus propuestas liberales clásicas que ya están en la Constitución sean completamente abolidas más temprano que tarde.
Es preciso entonces tomar dos conclusiones principales, primero, queda demostrado que el Presidente apuesta por el cambio constitucional y que va a actuar en contra de sus votantes. En segundo lugar, todas las cosas buenas que propone Piñera ya están en la actual Constitución y que de todas formas van a quedar completamente anuladas por los aspectos negativos e izquierdistas que quiere imponer en la nueva Constitución.
La izquierda ya lo dejó claro, las modificaciones de Piñera van a ser solo el primer golpe a todo nuestro sistema institucional y económico, tarde o temprano querrán destruir lo demás: el valor de la familia, la propiedad privada y la presunción de inocencia, y todo aquello que caracterizó alguna vez la verdadera naturaleza e identidad del pueblo chileno.