Avanza el golpismo para derrocar a Piñera
Las cosas a Sebastián Piñera se le están complicando muchísimo, no solo por la nueva figura de Pamela Jiles, que al parecer es la que decide hacia donde va el barco, si no que quieren destituirlo del gobierno lo antes posible.
Políticos como Alejandro Guillier y Carmen Hertz están impulsando la idea a toda marcha. Tras anunciar este domingo pasado la propuesta de llevar al Tribunal Constitucional el proyecto del segundo retiro del 10% impulsado por Jiles, algunos honorables de oposición salieron de su comodidad para pedir la cabeza del presidente mediante unos tecleos en Twitter. Por su parte algunos expertos constitucionalistas advirtieron que esto “va en contra de la noción misma de una república democrática”; “equivaldría a una crisis constitucional en cualquier país del mundo”, palabras acertadas.
Luego se habló de presentar una reforma constitucional por parte de algunos diputados "para adelantar las elecciones de Presidente de la República, Diputados y Senadores para el próximo 11 de abril del 2021”. Guillier en su cuenta personal de Twitter expreso: “En la élite dirigente debemos entender que Chile no resiste 16 meses más a Sebastián Piñera. Adelantar elecciones sigue siendo salida democrática lógica para recuperar gobernabilidad”. Gobernabilidad que el ex frustrado candidato presidencial no ha ayudado mucho a preservar o simplemente desea impulsar la ingobernabilidad para ver si puede entrar a la pastelería del circo político para sacar una tajadita del mal oliente pastel y decir “miren aquí vengo para endulzar con crema barata el pastel ya podrido”.
El diputado Pepe Auth también dio su veredicto explicando que el senador “no reparó” que esa medida no se encuentra contemplada en la Constitución ni que otras voces de la oposición cuestionara cómo algunos parlamentarios están dispuestos a todo, incluso “interrumpir mandato presidencial, lo que no ha ocurrido desde septiembre del 73 en Chile”. El abogado constitucionalista Javier Couso añadió: “Normalmente, en seis meses más empezaría la campaña presidencial, entonces es un poquito absurdo.
Además, el Presidente sería elegido por el Congreso Nacional. ¿Qué legitimidad puede tener un Presidente elegido por un Congreso que está entre los que menos aprobación ha tenido en la historia de Chile? Ese sería el encargado de elegir al sustituto. Sería una crisis constitucional”. Como decíamos, Guillier no fue el único pastelero que quiso meter manos al pastel maloliente, si no que se abalanzaron otros parlamentarios ricachones como Tomás Hirsh, el ecologista Félix Gonzalez, el independiente Karim Bianchi, Fidel Espinoza del Partido Socialista, y otros tres comunistas, Daniel Núñez, Carmen Hertz y Boris Barrera. Hertz, también dando espectáculo en las redes, dijo que esto era la “única salida democrática posible”. Un comunista hablando de democracia, ni el estafador Rafael Garay se hubiese atrevido a tanto.
Frente a esto, el constitucionalista Jorge Correa Sutil no pudo quedarse impávido, y señalo: “Me parece que interrumpir un mandato una vez que se tiene un tiempo determinado y no habiendo acusación constitucional es algo que va en contra de la noción misma de una república democrática”. El también ex subsecretario de Interior DC, explica que “no está contemplado el adelantamiento de las elecciones en la Constitución. La forma de hacer cesar un mandato, que fue elegido por 4 años, es a través de la acusación constitucional que tiene causales específicas”.
El académico de la Universidad de Chile y miembro del Tribunal Supremo de Renovación Nacional, Víctor Manuel Avilés, también expuso su postura frente a este intento de golpe parlamentario por parte de los títeres del nefasto socialismo del siglo XXI que han inundado nuestro hermoso continente en la corrupción y la pobreza al no encontrar oposición alguna con los pantalones bien puestos, con algunas excepciones como Luis Lacalle Pou y Jair Bolsonaro. Avilés explico que: “La causal de acusación del Presidente de la República es extraordinariamente restrictiva y es cuando ha violado abiertamente la Constitución, o sea, cuando lo ha hecho con desparpajo, llamativamente, prácticamente voceando que va a sobrepasar el marco constitucional. Bajo ningún respecto podría entenderse que el Presidente ha dicho eso, cuando lo que ha dicho es que va a utilizar una facultad constitucional precisamente para lograr que el Parlamento, a su vez, respete la Constitución y, por lo tanto, no me parece procedente”.
A la secta de los pasteleros también se sumo el diputado socialista Fidel Espinoza, quien además de querer el fin del mandato del cobarde de Piñera, también se dio el permiso de amenazar con una segunda insurrección. Señor Espinoza, no dé tanta rienda suelta con esas amenazas, no vaya a ser que descubran que tuvieron directa relación con la organizada y poco espontanea insurrección del año pasado. Las discrepancias y opiniones cruzadas siguen por montones, pero más importante que esto, es que hoy un grupo de diputados de oposición, encabezados por Jaime Mulet (FRVS) y Rodrigo González (PPD) presentará una reforma constitucional para adelantar las elecciones de Presidente de la República, Diputados y Senadores para el próximo 11 de abril del 2021 “debido a la falta de respuestas desde el Gobierno y Parlamento y así legitimar el sistema democrático”.
La hipocresía y las ganas de seguir haciendo farándula a costa de los chilenos no tiene perdón alguno, por ningún ángulo que se le vea. La situación de un país que se suponía ser serio o al menos intentarlo, es simplemente aberrante, desleal y enormemente perjudicial para nuestros compatriotas. Más allá de los adoctrinados y bochincheros millenials que claman por “justicia social” y otras estupideces, aquí la cosa se viene dura, y estos pasteleros y payasos de circo serán los primeros en replegarse a otros países tras aburrirse de tomar el botín del esfuerzo de todos los chilenos.
Nos subieron a un barco que se suponía ser liderado hacia un país mejor, y lo único que hemos visto, es que lo están llevando directo al iceberg de las mentiras para estrellarnos y hundirnos como el Titanic. Esto es imperdonable.