Aires de confrontación, rumores de sedición y mucha seguridad en inusual juramentación presidencial en EEUU
La algarabía de las tomas de posesión que durante los ultimos 30 años ha acompañado al asunción a la presidencia de Estados Unidos se desarrollará este miércoles como un hecho sin precedentes. Más de 25 mil tropas, cierre de líneas de metro, y vallas para cercar el capitolio son parte de la logística de juramentación de Joe Biden el Presidente número 46 en la historia de ese paìs.
Por Constitución, la posesión presidencial siempre se realiza el 20 de enero del año siguiente a las elecciones. Ese día al mediodía, Joseph Biden y su vicepresidenta, Kamala Harris, juramentan el cargo. Primero lo hará Harris y luego Biden prestará juramento de su cargo frente al presidente del Supremo, el juez de tendencia conservadora John Roberts.
La capital del país que aprendió a tratar el día de la toma de posesión de su presidente como una exaltación de la democracia —parte ceremonia solemne, parte bulliciosa fiesta— hoy está callada, trabada, expectante. Pero se agrega el hecho noticioso de que será la primera vez en más de 150 años que no asiste el presidente saliente. El último gobernante que no asistió a la asunción de su sucesor fue Andrew Johnson en 1869, el primer jefe de Estado en ser enjuiciado por un impeachment del que fue absuelto por el Senado, otro antecedente que comparte con Trump.
Ahora es claramente el mandatario saliente quien no quiere estar cerca de su sucesor, Joe Biden, quien, insiste el primero, se robó la presidencia en una elección fraudulenta, una afirmación que ha dejado una serie de dudas que no avisoran una buena gestión para el líder demócrata- El desaire también lo protagoniza la primera dama saliente, Melania Trump, quien se rehúsa a participar en el tradicional recorrido por la Casa Blanca que se ofrece a la primera dama entrante.
Aunque no le han faltado procesos electorales contenciosos a esta nación, jamás se había visto un desenlace como el actual: el mandatario saliente, encerrado a piedra y lodo en la Casa Blanca desde hace seis días; las calles de esta ciudad tomadas por 25 mil integrantes de la Guardia Nacional y la Policía Militar, hospedados en los mismos hoteles que los periodistas; vehículos castrenses y barreras que cortan el paso hacia el Capitolio, la sede de la toma de posesión y escenario, hace apenas dos semanas, de una encarnizada protesta por parte de simpatizantes de Trump, que reclamaban la dudosa certificación del resultado de la votación; rumores de sedición en las fuerzas de seguridad, que llevan al FBI a revisar los antecedentes de todo el personal desplegado para el acto público más vigilado en la historia de Estados Unidos.
Pero el silencio que se ha tendido sobre Washington, como una pesada manta, no sólo tiene que ver con los temores que provoca la división y la confrontación políticas, sino también con el saldo de la pandemia por La Covid 19, la cual ha dejado alrededor de 400 mil fallecidos en la sociedad estadounidense en menos de un año, cifra semejante a la de los soldados de este país que cayeron en cuatro años de combates durante la Segunda Guerra Mundial.
Ayer ella grabó un video en el que llamó a los estadunidenses a preferir la paz sobre la violencia, pero ese mensaje difícilmente impedirá que termine su estancia en la mansión de la avenida Pensilvania como la primera dama menos popular, algo que comparte con su esposo, quien cierra su cuatrienio con un apoyo de apenas 34%, once puntos por debajo del que tuvo en su mejor momento.
Mañana no se escucharán los gritos de algarabía que siempre han acompañado la juramentación del nuevo presidente. Esta vez, ondearán en su lugar cerca de 200 mil banderas, colocadas en The National Mall, la gran explanada que une los memoriales de Lincoln y Washington con la sede legislativa y que representarán a los estadunidenses que no podrán asistir a la asunción de Biden por la pandemia y división, dos cosas cuya cura será todo un reto.
Dos horas antes de que el nuevo mandatario coloque su mano sobre la Biblia y asuma formalmente el cargo, Trump habrá tenido su ceremonia de despedida en la base Aérea Andrews, y de ahí volverá a su residencia, en su club de golf de Florida, donde lo seguirán tratando como una celebridad y él les seguirá contando cómo le robaron la elección.
Quizá sólo Biden pueda romper el silencio que se ha apoderado de esta capital. Pero para ello tendrá que pronunciar el miércoles un discurso memorable, emotivo e inspirador, adjetivos que poco se ajustan a su personalidad gris y su oratoria plagada de tartamudeos.
Pence si asistirá a la juramentación
Según fuentes periodísticas el vicepresidente Mike Pence asistirá a la toma de posesión del presidente electo Joe Biden, en una decisión con la que se aparta aún más de Donald Trump, quien no estará presente en la juramentación el próximo 20 de enero.
El lunes 17, desde su cuenta tuiter dijo: "Me enorgullece informar que con solo unos días en nuestra Administración, nuestra Administración es la primera en décadas que no llevó a Estados Unidos a una nueva guerra. Eso es paz a través de la fuerza".