Olímpicos de Tokio: Un fracaso deportivo para Chile pese a los US$ 250 millones que destinó Mindep
Un cuarto lugar en el golf (Mito Pereira), un quinto puesto en la lucha (Yasmani Acosta) junto al ciclismo BMX freestyle (Macarena Pérez) que quedó en la séptima posición en la jornada clasificatoria, fue lo más cercano que Chile estuvo de los podios olímpicos.
Por tercera vez consecutiva nuestro país se retira sin medallas, pues la última adjudicada le correspondió a Fernando González, con la plata en el tenis de Beijing 2008.
Y en el análisis se agrava más la posición si consideramos que los logros de "Feña" y Nicolás Massú en Atenas 2004 (dos oros y un bronce) más el tercer lugar de la Roja Sub 23 en Sydney 2000 -fueron fruto de su ejercicio como deportistas profesionales que no entran en el marco del plan olímpico.
Ante esto habría que estimar como última medalla "real" la plata de Alfonso de Iruarrizaga en el tiro skeet de Seúl 1988.
Lo contradictorio de toda esta situación es que Chile tiene una partida deportiva US$ 198 millones, la cifra más alta de América Latina, por encima de que obtuvo Brasil con 14 preseas, Cuba con 11, Ecuador, Colombia, Venezuela y México con 3 y Argentina con 2.
Un informe Ministerio del Deporte destacó que en los últimos cuatro años se destinaron US$ 250 millones para el ciclo olímpico, una suma sin precedentes, que tuvo buenos resultados en megaeventos regionales, pero no en Tokio. Entonces, resulta lógico -y necesario- preguntarse por qué, a pesar de la fuerte inversión, la delegación criolla apenas pudo entregar un cuarto lugar en el golf (Mito Pereira) y un quinto puesto en la lucha (Yasmani Acosta).
“La clasificación a unos Juegos Olímpicos o grandes eventos no puede ser el fin último para asignar recursos públicos. El Alto Rendimiento es muchas veces blanco o negro. Personalmente, preferiría delegaciones más pequeñas, pero competitivas, que una cada vez más grande pero sin competitividad”, señala el sociólogo Diego Moreno, magíster en políticas publicas de la Universidad de Auckland y triatleta.
Como parte del diagnóstico, Aquiles Yáñez, doctor en ciencias y director del Centro de Investigación en Fisiología del Ejercicio de la Universidad Mayor, sostiene que la falta de coherencia en los lineamientos hace que los resultados no sean los óptimos. “En todos los casos, un criterio básico es observar la continuidad de los procesos, que en nuestro país no se dan, porque parte de las autoridades responsables son cargos políticos, de manera que es imposible que exista una política pública sostenible, en relación al deporte en general y, en particular, el Alto Rendimiento”, advierte.
El fracaso de los juegos
Pero no solo fue un panorama sombrío para Chile. Los juegos olímpicos experimentaron un fracaso general en cuanto a espectáculo en sí. Según las primeras cifras, solo 17 millones de personas vieron la ceremonia de apertura por televisión en Estados Unidos. Esta cifra supone un fuerte descenso del 36% respecto a la ceremonia de Río 2016, que a su vez fue la de menor audiencia desde 1992.
Son malas noticias para NBC, que ha invertido miles de millones de dólares en la licencia de los Juegos Olímpicos durante la próxima década.
Pero si se profundiza un poco más, la audiencia no ha bajado tanto como se podría pensar, lo que pone de manifiesto que las cifras de la televisión ya no cuentan toda la historia.
Puede que sean los Juegos Olímpicos con menor audiencia de la historia. La NBC no debería preocuparse por ello
Por ejemplo, el número de personas que vieron la ceremonia de inauguración de Tokio a través de NBCOlympics.com y la aplicación de NBC Sports se disparó un 72% en comparación con Río.
Hasta ahora, los espectadores han reproducido un total de 371 millones de minutos de contenido de los Juegos Olímpicos de Tokio en las distintas plataformas digitales de la NBC, un 21% más que en el mismo periodo de tiempo de Río, según la NBC.
En otra señal de que el panorama televisivo como lo conocemos está cambiando, los índices de audiencia de las transmisiones de NBC de los Juegos Olímpicos en Tokio han bajado significativamente desde 2016, algo que es alarmante cuando se conoce el porcentaje de caída frente a la cantidad de espectadores que sintonizaron el evento deportivo en su anterior edición. Lo curioso es que la disminución del rating de las Olimpiadas no es algo exclusivo de esta cita, sino que ha ocurrido con la televisión en general durante los últimos años.
Según los datos de The Hollywood Reporter, la audiencia de Tokio fue inferior a la de Río 2016 en un 42 por ciento, y sin embargo el evento sigue estando entre los programas de televisión más vistos del año. La primera noche de competencia, es decir el sábado luego de la inauguración, tuvo un promedio de 15,9 millones de espectadores, un 32% menos que la primera noche de los Juegos de Verano de Río en 2016. La audiencia de NBC aumentó a 20 millones de espectadores el domingo, un 36% menos que hace cinco años. La competencia del lunes obtuvo 16.8 millones de espectadores, un 46% menos que los 31.5 millones que vieron la noche comparable en 2016.
En síntesis no ha sido un buen evento para nuestro país, y tampoco para la organización olímpica que aun cuando pudiera decirse que estuvo afectada por la pandemia, tampoco demostró que el encierro pudiera generar más interés en esta cita deportiva, la más importante de la Historia.