Especial Baquedano: Los motivos económicos de Putin para invadir Ucrania
Veamos a continuación las principales motivaciones estratégicas de índole económica que explican la invasión de Rusia a su vecino país: Ucrania.
Rusia es el segundo mayor productor de petróleo del mundo, principalmente gracias a sus reservas en el mar Caspio, y posee las mayores reservas de gas natural en nuestro planeta, principalmente a lo largo de Siberia. En concreto, las exportaciones de gas representan el 30% del PIB de Rusia y el 50% del presupuesto del gobierno. Dinero que invierte principalmente en sus fuerzas armadas, pago de deudas, e inversiones enfocadas a su restauración como potencia global.
Aún más complejo es que cerca de un 40% del suministro de gas natural de toda la Unión Europea proviene de Rusia, lo cual se agudiza en Alemania, la principal economía de Europa continental, cuyo suministro de energía depende en un 50% del gas ruso, lo cual es conocido como la llamada “rusodependencia” de Europa, un problema grave que mantiene relativamente intacto el flujo de pagos a Rusia a pesar de las sanciones económicas, ya que Rusia sigue enviando gas a Europa a través de Ucrania, una situación paradójica, pero que fue reforzada por el hecho de que un gasoducto en construcción fue directamente paralizado, el Nord Stream 2 que conectaría a Rusia y Alemania a través del mar Báltico, motivo por el cual Rusia ha advertido que Europa se enfrentará a un eventual alza de precios.
Con una Ucrania aliada a Occidente esta situación no era cómoda tampoco para Rusia, puesto que el hecho de que sus dos principales gasoductos terrestres pasen por Ucrania implica para Rusia una dependencia innecesaria. Su otro gasoducto por tierra atraviesa Bielorrusia, país que es su aliado, y por ruta submarina cuenta con el Nord Stream 1, que también va directamente por el Báltico hasta Alemania y el South Stream, que a través del mar Negro conecta con Turquía.
Pero esta dependencia de suelo ucraniano para vender gas no es el único asunto en términos económico-estratégicos que despierta el interés de Putin. En el año 2012, en la zona económica exclusiva de Ucrania en el mar Negro fueron halladas reservas de más de dos billones de metros cúbicos de gas natural concentrado. La zona exacta en la cual se encuentra la mayoría de las reservas se encuentra rodeando la ya famosa península de Crimea.
Además, a comienzos de la década pasada el gobierno ucraniano determinó la posibilidad de extraer gas de esquisto, precisamente uno de los yacimientos se encuentra en los alrededores de Donetsk, capital de una de las provincias rebeldes donde se inició el conflicto, y otro yacimiento se encuentra en las cercanías de Járkov, una de las ciudades que el ejército ruso más se apresuró en capturar.
Si bien esta posibilidad de explotar gas natural ponía a Ucrania en condiciones de competir con Rusia, entre los años 2010 y 2014 gobernaba en Kiev el expresidente Víktor Yanukóvich, quien era aliado de Vladimir Putin, pero cuyo régimen cayó durante la revolución de Euromaidan de 2014, cuando accedió el poder el bloque político a favor de alejarse de Rusia e integrarse a Europa y la OTAN. Fue en ese contexto que la anexión rusa de Crimea y el levantamiento rebelde de Donetsk y Lugansk, que también ocurrieron ese mismo año, sirvieron para que los rusos tomaran el control del 80% de los yacimientos de gas natural ucraniano en el mar Negro, además del importantísimo puerto de Sebastopol.
Pero no todo fue tan sencillo para Rusia tras su anexión de Crimea, esta península en términos geográficos es una estepa árida con pantanos salados que tiene escaso acceso a agua potable. Por ende, una vez que Rusia invadió Crimea en 2014 los ucranianos bloquearon el canal que le proveía a los dos millones de crimeanos el 85% de su agua potable, lo que ha significado un colapso climático en la península, que se desertifica a pasos acelerados. Por ello es que, debido a la dificultad de los rusos de hacer llegar agua potable a Crimea en barco y a la altísima inversión que tiene que hacer para mantener sus ciudades funcionando, uno de los objetivos tácticos más importantes de esta ofensiva para Putin es destrabar el canal de agua potable para poder reactivar la zona.
El dominio de Crimea es, sin duda, uno de los principales dilemas que ha impulsado el actual conflicto. Putin preveía que su par ucraniano, Volodimir Zelenski, una vez aceptado como miembro de la OTAN, buscaría provocar a Rusia para iniciar un conflicto que le permita recuperar Crimea apelando al artículo 5 del tratado militar atlántico, por el cual la OTAN completa debe asistir a cualquiera de los países que la componen en caso de haber sido agredido. Por ello Putin sabía que era importante atacar antes de que Ucrania sea parte de la OTAN. Sin embargo, también ha habido casos en los cuales la OTAN no ha necesitado de su artículo 5 para irse a las armas, tal fue el caso de su defensa de Kosovo contra Serbia en 1999, que ocurrió sin que Kosovo fuera parte de la OTAN, así como también en 2011 la OTAN se involucró en el derrocamiento de Muammar Gaddafi en Libia sin que ninguno de sus miembros estuviera en guerra directamente contra su régimen.
Un problema aparte que tiene a Rusia contra el tiempo es su fuerte déficit poblacional, especialmente en términos de lo que es su gran territorio. Hoy Rusia padece una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo, lo que impacta tanto en su capacidad económica como militar. Como hemos dicho, la pérdida de 14 países que se independizaron de la Unión Soviética les restó la mitad de la población del antiguo imperio ruso. Sin duda el capital humano es algo que Putin también anhela en caso de reintegrar los países exsoviéticos a su área de influencia.
Las continuas amenazas y la rebelión en la zona de Donbás, que ha cobrado la vida de 14.000 personas, han mermado la capacidad ucraniana de enfocarse a su propia producción económica, sin embargo, Rusia no podía seguir apostando a prolongar solamente una estrategia de desgaste, por ello es posible pensar que Putin calculó que la posibilidad de un ataque directo era lo único posible de hacer y que este era el momento exacto para hacerlo.
Por su parte, Europa evalúa con urgencia todas las posibilidades para aminorar su dependencia del gas ruso, lo cual no se ve como algo fácil. Por ahora, la opción más convincente es la de aliarse con dos regímenes dictatoriales que alguna vez también fueron parte de la Unión Soviética: Azerbaiyán y Turkmenistán, los cuales comparten con Rusia costa en el mar Caspio y compiten contra el régimen de Putin por la primacía de las exportaciones de gas natural. Hoy Turkmenistán exporta su gas natural principalmente a China, pero si logra asociarse con Azerbaiyán en el proyecto del llamado Gasoducto Transcaspiano, el gas conjunto de ambos países podría llegar a Europa a través de Turquía con destino a Grecia e Italia, siendo un duro golpe para Moscú. Pero esta es una idea que, por cierto, aún no ha salido del papel.