Economistas que asesoraron a Chávez, a Maduro y a los Kirchner dicen que la mejor opción es Boric
Un grupo de economistas, todos de izquierda, elaboraron un mensaje en apoyo al candidato presidencial de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric. Entre los currículums de la mayoría está su asesoramiento a presidentes como Nicolás Maduro, Cristina Kirchner y otros candidatos comunistas del continente y de todo el mundo.
"Mensaje de economistas internacionales al pueblo chileno ante una decisión crucial", es el nombre de la carta donde cinco expertos internacionales en economía que han apoyado a regímenes marxistas, le entregan su respaldo
Entre los nombres de estos economistas se encuentran Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 y Thomas Piketty, autor de "El Capital en siglo XXI. Así como también Mariana Mazzucato, académica de la University College London; Ha-Joon Chang, catedrático de Cambridge y el ex director ejecutivo de la Cepal, José Antonio Ocampo.
"La decisión que enfrentan los chilenos esta semana no es una simple elección. Se trata de una encrucijada entre retroceder o avanzar y la hemos considerado lo suficientemente importante como para expresar públicamente nuestra opinión al respecto", indicaron.
"Vemos en el programa del candidato Gabriel Boric esa apertura al futuro, esa manera de crear una nueva economía que entregue estas ambiciosas metas. Sus objetivos son viables y ayudan a sostener los valores democráticos. Es una estrategia moderna para movilizar una agenda productiva dinámica y sostenible, capaz de lograr el crecimiento, la equidad y el desarrollo"
En 2007 el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz felicitó al gobierno de Hugo Chávez por sus “positivas políticas de salud y educación”. Es que en su momento era fan de Hugo Chávez, y junto a otros economistas marxistas, no paraba de alabar al autor principal de la tragedia actual venezolana.
¿Quiénes son estos “ilustres” economistas?
En el 2006, Stiglitz, escribió en Making Globalization Work que el gobierno izquierdista de Hugo Chávez fue injustamente “castigado por ser populista”, resaltando que su gobierno se enfocó en “brindar beneficios de educación y salud a los pobres y luchar por unas políticas económicas que no solo generen un mayor crecimiento, sino que también aseguren que los frutos de ese crecimiento se distribuyan más ampliamente”.
Por su parte Mazucatto, otra de las firmantes en apoyo a Boric, es una académica de la University College London conocida por su lucha contra el capitalismo y quien tiene una agenda progresista en defensa del socialismo.
Ocampo, el economista colombiano, también pertenece a la izquierda del Partido Liberal en su país y en 1990, fue ministro del ex presidente Ernesto Samper, quien fue responsabilizado de recibir financiación del narcotráfico para su campaña presidencial.
Todos estos, en la línea de Piketty, aplauden y creen necesarias asfixiantes políticas redistributivas y Estados de bienestar enormes. Eso sí, cuando llega la desgracia, desembocadura lógica de las ideas que predican, se lavan las manos y aseguran que no se equivocaron en sus teorías, sino que por cuestiones diferentes, todo resultó mal.
Piketty por su parte, es quien dice que hay que poner elevados impuestos a los que más tienen y que ello no afecta la productividad, aunque intenta desconocer que los países más ricos son los que menos persiguen a los empresarios.
También, contrario a todas las cifras, asegura que aumentar los salarios por ley no incrementa el desempleo ni la productividad. Y para rematar su discurso marxista habla de un impuesto global al capital, creando nuevas instituciones supranacionales para «controlar los capitales globalizados». No le basta a Piketty con lo que los gobiernos de cada país le quitan al contribuyente: propone, además, organizar, a nivel internacional, un robo mayor.
Todos estos economistas se basan en que el dinero que consiguen de los impuestos, los políticos sacan una parte para ellos y la otra la destinan a regalar casas o lo que sea. Al final del período presidencial son ricos y tienen un buen nivel de popularidad si les tocó la parte deseable del «ciclo». Luego, cuando se han ido del poder, empiezan a verse las inevitables consecuencias de destruir el sector empresarial, pero el problema ya será de otro.