Cifras contundentes confirman que ex ministro Mañalich tuvo una gestión destacada en el manejo del virus chino

Para nadie es un misterio que la pandemia de coronavirus, originada en el régimen comunista chino, ha venido a agudizar y complicar más aún el escenario de colapso institucional, político y económico que ha despedazado a Chile desde octubre de 2019, cuando una insurrección anarco-comunista, aún inconclusa, tiró por la borda años de desarrollo para nuestro país.
Las cuarentenas, dictadas por la OMS para hacer frente a esta pandemia, han generado un nivel de incertidumbre planetario por la paralización de la economía, panorama que afectará sin duda a los más pobres y que en el caso chileno se agrava por la incertidumbre de nuestro régimen político, esto porque la izquierda está muy cerca de derribar nuestra Constitución e implantar un fracasado sistema de Bienestar que sin duda nos hundirá aún más.
Por este contexto, la pandemia de covid-19 es sin duda una de las enfermedades más politizadas de la historia, ya que el progresismo internacional ha aprovechado la catástrofe para difundir la narrativa de que el sistema ha fallado y que debemos avanzar hacia un nuevo tipo de orden, una “nueva normalidad” como dice inocentemente el gobierno de centroderecha.
Pero es hora de pisar el freno y mirar con altura de miras el desempeño objetivo de Chile y, en particular, del ex ministro Jaime Mañalich, en torno a esta pandemia y desde ahí evaluar si la narrativa catastrófica de la izquierda tiene algún fundamento real.
De acuerdo al gráfico en pantalla, con datos del Ministerio de Ciencia y Tecnología y del Registro Civil, podemos comparar los fallecidos diarios por cualquier causa entre enero y junio de 2019 y 2020 en la Región Metropolitana, registrando un exceso en el presente año de 6.500 fallecidos aproximadamente.
De los fallecimientos habituales, podemos decir por ejemplo que hay menos accidentes fatales a causa de la cuarentena, por lo que de un modo razonable podría decirse que la pandemia habría producido esta cifra inusual de fallecidos; es decir, aproximadamente un 0,09% de la población de la región Metropolitana. No menor, el peak de muertes fue el pasado 13 de junio y desde entonces los números van indudablemente a la baja.
Si comparamos con los datos de España este resultado, podemos ver que en el mismo rango de fechas el país europeo registró aproximadamente 45 mil fallecidos inusuales, lo que en contexto de su población de 45 millones de habitantes arroja un 0,1% de la población, osea no solo en números absolutos sino también porcentuales Chile está muy, pero muy lejos de ser un caso considerable dentro de los más graves del mundo.
Sin embargo, la izquierda chilena ha organizado todo tipo de narrativas apocalípticas, que culpan al gobierno y al ex ministro Mañalich casi de un genocidio, como si Santiago de Chile fuera casi una ciudad zombie que hubiera recibido una bomba nuclear.
Esta apreciación, a pesar de lo falsa, le costó el cargo al mencionado Jaime Mañalich, y aquí debemos poner el ojo, porque estaríamos en presencia de uno de los juegos políticos más sucios vistos en la política chilena en los últimos años.
El ministro Jaime Mañalich era despreciado por la izquierda por un motivo bastante específico, tenía aptitudes de liderazgo independiente que ni el mismo Sebastián Piñera podía controlar, era políticamente incorrecto y se había convertido en un símbolo de la resistencia al discurso insurreccional, considerando que no había nadie más que él en pantalla a nivel nacional haciendo callar y hasta ridiculizando los absurdos planteamientos del sector progresista, una actitud que le ganó la simpatía de los sectores patrióticos que han resistido desde octubre a la revolución neocomunista en curso.
Sin embargo, los intereses de La Moneda eran otros, como recordaremos, la centroderecha alineada con Sebastián Piñera se rindió a los insurrectos el pasado mes de noviembre, aceptando por chantaje cambiar nuestra Constitución para poder seguir gobernando tranquilos.
Pero la paz no llegó, el sector revolucionario quiere todo o nada, y el gobierno buscó un segundo acuerdo, en medio de la pandemia, para que la izquierda bajara su agresividad. Para una nueva negociación, y como gesto hacia la izquierda, era necesario sin duda desplazar al ministro Mañalich, pero no fue precisamente por la vía de un cambio de gabinete.
El izquierdista Benjamín Salas Kantor, asesor cercano del presidente, tal como indicó una investigación de El Mercurio, habría puesto en marcha un constante asedio al ministro Mañalich para forzar su renuncia por motivación propia.
Salas Kantor, con evidente conocimiento del resto del círculo de hierro del presidente, que incluye a Cristián Larroulet y Cecilia Pérez, ingresaba al Ministerio de Salud a exigir una alteración en las cifras de fallecidos, exacerbando el discurso alarmista de la OMS y otras entidades globalistas por las que Salas tiene afinidad.
Este proceso concluyó con la inclusión irregular de fallecidos por cualquier problema respiratorio como fallecidos por COVID, o fallecidos a los que no se les alcanzó a hacer el test, o fallecidos que tenían el virus pero murieron por otras causas, las cifras se dispararon y la presión mediática se fue con dureza contra el ministro Mañalich.
Para peor, la baja en los fallecimientos se dio desde el día 13 de junio, exactamente el día que renunció el Ministro Mañalich. ¿Será acaso que el virus se puso “buena persona” justo cuando salió el ministro y el gobierno pudo pactar con la izquierda un nuevo acuerdo político?
Podríamos tener dos hipótesis, o la manipulación de cifras concluyó cuando se cumplió el objetivo de sacar a Mañalich o bien, era estadísticamente plausible que las medidas del ministro hicieran efecto más o menos en ese rango de tiempo, ya que es imposible que la gestión del ministro Paris hiciera la diferencia desde la primera hora que asumió.
Hay algo que podemos asegurar, acá se jugó con mucho más que la salud de los chilenos, se hipotecó y cocinó entre cuatro paredes nuestro futuro, nadie ha salido mediáticamente a rebatir las falsedades del discurso victimista de la izquierda chilena, ni de la veracidad de las tesis alarmistas de la OMS y el progresismo internacional ni mucho menos de las irregularidades en la toma de decisiones de La Moneda, donde activistas como Benjamín Salas Kantor tienen total impunidad en su reprochable actuar.
Lo bueno que podemos tomar de todo esto es que ya se está empezando a levantar socialmente un discurso en pro de volver a poner a Chile en marcha, por ejemplo, el ex candidato presidencial de la derecha, José Antonio Kast, indicó que “No podemos seguir en cuarentena para siempre. La estrategia de desconfinamiento tiene que hacerse cargo de distintas realidades y permitir, con todos los resguardos posibles, implementar la reactivación del sector industrial, comercial y educacional.”
Así como él, otras voces, a nivel nacional e internacional han indicado que las cuarentenas están bastante lejos de ser la solución real y que incluso pueden agravar los problemas de los países, muestra de lo mismo es la reciente y bastante sabia decisión del gobierno de Estados Unidos de retirarse por completo de la OMS.
Véalo con sus propios ojos:
Cifras 2020 del Ministerio de Ciencia: https://bit.ly/2Z7jjx5
Cifras 2019 del Registro Civil: https://bit.ly/326O8UP
Datos de España: https://bit.ly/3fadO6i
La polémica de Benjamín Salas Kantor en El Baquedano: https://bit.ly/3gydCy8
Jefe del Servicio Médico Legal de Hamburgo desmonta relato en El Nacional Libertario: https://bit.ly/2Z8AGxA
Llamado de José Antonio Kast a reactivar Chile en Twitter: https://bit.ly/31VRdqu