Sebastián Piñera: "Los últimos 18 meses han sido muy duros para las familias, pero también para este Presidente”

Las encuestas ponen a Sebastián Piñera como uno de los presidentes con mayor rechazo, solo superado por Salvador Allende y Michelle Bachelet.
Entre críticas al mal manejo del estallido delictual, la crisis económica, el terrorismo en la macrozona sur del país, la violencia desatada que afecta a todos los ciudadanos del país y su escasa capacidad de respuesta a la misma, el presidente Sebastián Piñera, conmemoró este jueves, los tres años de su segunda administración en un acto celebrado desde el Parque Mahuida de La Reina, en compañía de la primera dama y sus ministros de Hacienda, Salud y Desarrollo Social.
“Hoy cumplimos tres años de Gobierno y es verdad, los últimos 18 meses han sido muy duros, muy difíciles para las familias, para el Gobierno y también para este Presidente”, confesó.
Fue a comienzos de 2018, cuando Piñera se instalaba en La Moneda con los aires de grandeza que tanto lo caracterizan, aún más colmados. Se sentía glorioso y la percepción ciudadana era la misma, todos esperaban un buen gobierno y sin duda, un repunte económico. El PIB de enero de 2018 marcaba un 3,8% de crecimiento, lo que de acuerdo a los economistas correspondía al "mayor aumento desde septiembre de 2013".
Se reactivaba la inversión, había un alza de la confianza en el país por parte de los economistas y la percepción general era de orden, de abundancia y desarrollo. Las promesas de un estado "moderno, cercano, inteligente y al servicio de las personas" iba viento en popa y para principios de 2019, la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC) catalogaba el gobierno de Piñera como uno de los más efectivos en cuanto a seguridad.
"Casi 130 mil hogares dejaron de ser víctimas de algún Delito de Mayor Connotación Social, quebrando así el alza sostenida que venía dándose desde el año 2014. Junto a ello, se observa una caída pronunciada en la percepción de inseguridad", señaló ENUSC en mayo de 2019.
Sin embargo, la bomba estaba a punto de estallar. Y es que, tan sólo un tiempo después, en julio del mismo año, La Moneda comenzó a firmar una serie de tratados internacionales con el renombrado organismo globalista, la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Entre estos acuerdos, se destaca el convenio con Undaf, que postula entre otros, "un marco de cooperación en materias de equidad de género, medio ambiente, desarrollo social y derechos humanos".
Fueron siete de meses de negociaciones, que dieron como resultado un acuerdo de 80 páginas y que fue firmado entre la encargada de la ONU en el país, Silvia Rucks y el canciller Teodoro Ribera. En ese momento abundaba la ignorancia en cuanto a qué tanto podía afectar a Chile este tipo de tratados, mientras tanto la entidad globalista en conjunto con el gobierno de nuestro país abrían cada vez más paso a la agenda 2030.
El principio del fin
Transcurrieron apenas unos meses y en octubre de ese mismo año, Piñera se vio condensado en la nube más negra de su gobierno, el estallido delictual. El 18 de octubre la horda de izquierda más extremista vistió a Chile de rojo, dando un duro golpe a la seguridad civil y del Estado.
"Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable", señaló el Presidente de la Republica en un discurso posterior a los hechos delictuales que azotaron a todas las regiones del país. Sin embargo, posterior a ello, se supo que el mandatario ya había sido advertido sobre el "Plan Hermes" que tenía por objetivo derrocar su gobierno por medio del uso de la violencia.
Haciendo caso omiso de las reiteradas advertencias que hicieron inclusive organismos de otros países, y una amplia parte del sector político que señalaba que las acciones violentistas debían ser sancionadas, la encuesta CEP de enero de 2020 registraba a Piñera como el Presidente "de más baja aprobación en 30 años".
Entre las razones se encontraba precisamente, la forma en la que había tratado el estallido delictual, señalando que un 80% de los encuestados indicaban estar en desacuerdo con la forma en la que había (mal)tratado la situación, que hoy mantiene a múltiples negocios del lugar y grandes tiendas cerradas.
Posterior a ello, la economía ya azotada por la crisis delictual se vio empeorada con la llegada del virus chino en marzo de 2020. Desde ahí, las críticas al gobierno se hicieron cada vez más fuertes. En tanto, el Presidente realizaba declaraciones aún más controversiales sobre la pandemia. "Hay un virus microscópico, pero letal (...) y yo le pido como Presidente de Chile que nos deje tranquilos y se vaya", señaló el mandatario en agosto de ese año en una conferencia de prensa en Arica.
Mientras tanto, la violencia en la macrozona sur se desataba, lo que desencadenó en una crisis terrorista que ya ha cobrado la vida de civiles y funcionarios policiales, y que se adjudica la quema de viviendas, camiones, predios forestales y recintos laborales. Con cuatro ramas terroristas operando en la zona, y al menos cuatro regiones abarcadas, las esperanzas de volver al estado de derecho son escasas por parte de los habitantes en el sur del país.
Y es que la violencia nunca acabó, en vez de eso, se siguió gestando todos los viernes en Plaza Italia que los orcos pasaron a bautizar como "Plaza de la Dignidad", la estatua del General Baquedano fue violentada y avasallada, y hoy finalmente fue retirada para ser "restaurada", abriendo una vez más el paso a la izquierda.
De esta manera Piñera pasó a posicionarse como uno de los presidentes con más bajo nivel de aprobación, mostrándose hoy con un perfil extremadamente bajo, con menor aparición en prensa y demostrando inclusive, algo más de cautela.